Las masas de agua son de los ecosistemas más transformados de esta última era; sobre ellas hay heredado un pasado industrial (térmicas, hidroeléctricas...) y de ser colectores de desechos sin control percibiéndolos como sumideros de todo lo excretado por las sociedades humanas. El presente es además esclavitud a las ingentes demandas de una agricultura intensiva. Prácticamente no hay ríos salvajes, ni vírgenes salvo en sus cabeceras, es decir, en sus primeros kilómetros de recorrido, allí donde nacen enseguida son víctimas sobre todo del embalse y de la extracción ilegal para alimentar una agricultura devastadora basada en el empleo de agentes químicos. La última década ha venido con un nuevo y enorme problema que tiene que ver con el aumento de la temperatura en el planeta: el cambio climático proyecta de agonía un ecosistema muy herido por las dilatadas sequías que aún fracturan más los ritmos biológicos de los cursos hídricos. En la actualidad el agua superficial es ninguneada por unas políticas que priman el agua en su concepto más espurio y no como elemento de un “Todo” tan frágil como amenazado. En este “caldo alterado”, embalsado, modificado... surgen contratiempos de enorme magnitud y de difícil arreglo; el cambio climático es ya “per se” el problema pero si lo aderezamos con el ingrediente de las especies exóticas invasoras el coctel no llama a error. Los ruiseñores, oropéndolas o martines pescadores compiten o conviven con aves exóticas como el bengalí rojo o el pico de coral y la fauna ictiológica es puramente foránea o exótica propiciando un derribo total sobre nuestras especies nativas...y si nos acordamos de lo que siempre se olvida como es el mundo vegetal el presente está ya cargado de problemas como el camalote de unas repercusiones inimaginables.
Aun así, existe un montante social anónimo y disperso por toda la geografía autonómica y nacional que continua celebrando el día del río el primer fin de semana del mes de septiembre. El objetivo es retirar simbólicamente algo de la basura que forma parte de las orillas y reivindicar a las instituciones la necesidad de conservar en buen estado estos escenarios naturales tan valiosos para la vida.
Este año lo haremos el segundo fin de semana de septiembre. Así es que si te animas a participar, coge unos guantes y unos sacos de basura y vete –con o sin compañía- a una zona de agua del lugar que sea. Recoge toda la zona de basura y pasa el día por allí, en un río limpio.
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