Permitirnos este epígrafe en alusión a la verdadera libertad, sólo concebida en los fenómenos naturales, en los movimientos de la vida salvaje. Fieles a su código filogenético, a la esencia misma de su ADN estos Aguiluchos portadores de emisores colocados en el verano pasado en Extremadura, regresan- ajenos a la gran crisis de nuestra especie- a sus últimos predios reproductores en la península. Ha llegado la estación más importante, la hora de superar grandes obstáculos en el periodo más crítico como es la crianza.
El ejemplar 643, comenzó la migración el 4 de marzo de una zona de Mali, muy cercana a la frontera con Mauritania, donde paso todo el invierno. Hoy se encontraba a 50 km al NE de la ciudad de Marrakech, recién cruzado la cordillera del Atlas por el famoso puerto del Tizin-Tichka. El 644, partió también el mismo día 4 de marzo (ya es casualidad) de su zona de invernada, a unos 500 km más hacia el oeste que el 643 pero en la misma latitud. Este aguilucho invernó en la encrucijada fronteriza entre Mali, Mauritania y Senegal y hoy, se encuentra algunos kms más al norte que su compañero, a unos 150 km al sur de la ciudad de Rabat en Marruecos. En días, estarán surcando las siembras ibéricas, comprobaremos en que lugares deciden instalarse.
Estas acciones de monitoreo se realizaron en el verano del 2019 en colaboración con el GEA (Grupo extremeño de Aguiluchos) y con el apoyo de la Dirección General de Sostenibilidad de la Junta de Extremadura.
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