Fue el único superviviente de una nidada arrollada por una cosechadora en el verano de 2019. Sus hermanos fueron desmembrados por las cuchillas de la máquina al igual que otros muchos lo son, en otras zonas de la distribución de esta amenazada rapaz. El Aguilucho cenizo, tiene una problemática directa y definida pero que podría solucionarse si hubiera algo más que intenciones. Nidifica en el suelo, en los campos de cereal y en este momento de máxima vulnerabilidad, comienza la recolección del cereal. Cientos de pollos y puestas se pierden todos los años en España por esta actividad agrícola, a pesar del enorme esfuerzo de asociaciones -posible por la implicación de algunas comunidades autónomas como puede ser la extremeña-. En menos de una década, esta silueta pizarrosa y arenosa del cereal se va, desaparece. En el proceso, tuvimos la posibilidad de frenar pero se decidió en las altas esferas de la política agraria abogar por la intensificación agrícola, las variedades de cereal de ciclo corto, la producción en serie a base de insecticidas y la desaparición del secano por los cultivos en régimen no intensivo sino suicida por las necesidades hídricas y de fitosanitarios. Esperemos, que todo lo que está pasando en estos momentos en el planeta, sirva para frenar en seco nuestra injerencia con los procesos biológicos, en los mecanismos de algo que no aguanta más palos en la rueda. Después de un año de espera en el hospital de AMUS, será liberado en esta semana, portando un emisor GPS que nos servirá para conocer al detalle la vida de este superviviente.
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