200 Águilas imperiales en los últimos 15 años, 250 Águilas perdiceras en una década, 2500 Milanos reales en 30 años...suma y sigue cual caja registradora que enloquece en un día de rebajas de Enero. La pérdida de biodiversidad que se desprende del impacto de los tendidos eléctricos se cifra anualmente en 141 millones de euros y supone en números la muerte de 33.000 mil rapaces al año y estos datos son muy sesgados. Se estima que la incidencia de los tendidos eléctricos sobre la avifauna es de dimensiones enormes, las administraciones y el sector electrotécnico se quedan en proa mirando una porción del iceberg y eludiendo la octava parte que está sumergida y que no interesa ver. La contradicción adquiere dimensiones de escándalo, ya que lo que se turra en los apoyos ibéricos (imperiales, perdiceras, alimoches, cigüeñas negras, quebrantahuesos...) es lo que se lleva lo más gordo de los presupuestos en proyectos de conservación es decir, el dinero público se invierte en frenar el declive de estas especies con medidas de conservación que en muy poco revierte en el verdadero problema que está en la maraña de cables que inunda las alturas de este país. Para qué queremos seguir poniendo emisores, generar biomasa, criar y liberar ejemplares, optimizar los hábitats y blindar las áreas de reproducción si se van a seguir friendo igual. Es imposible avanzar cuando en el problema, en el que los causantes están bien identificados, no se quieren dar soluciones, es como pretender inflar un balón pinchado o llenar de agua una piscina con grietas. ¿Tiene sentido?...pues claro que no. La conservación de las aves, la responsabilidad de que toda este montante de especies heredadas no desaparezcan, depende “empleando jerga rural” en primer lugar que haya un redil, en segundo que exista una buena piara de cabras y tercero que alguien o algo les haga a los responsables meter todas y cada una de ellas. En términos entendibles y traducido: Europa en aplicación de las directivas debería hacer esto con España y por trasposición a todas las comunidades autónomas y con la mirada en los últimos responsables que no son ni más ni menos que las compañías eléctricas.
Nota: El ejemplar de Elanio azul de la imagen ingresó ayer en el hospital de AMUS por electrocución. No es usual que esta especie tenga esta problemática, al menos nosotros la desconocemos. Esto corrobora y fundamenta aún más el infravalorado impacto de la red eléctrica sobre las aves. Los daños generados por la descarga eléctrica en este ejemplar son irreparables, es decir que no podremos hacer nada por él. Las electrocuciones no tienen apenas margen de maniobra clínica ya que los tejidos se necrosan y se pierden estructuras vitales para poder volar al margen de los severos daños internos.
Ante tal problemática hace tres años se creó la plataforma SOS Tendidos eléctricos, os dejamos el enlace y os invitamos a conocerla.http://www.sostendidos.com/
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